La vida es una continua lucha. Siempre se desea algo mejor y se intenta conseguirlo. Pero no se debe abandonar la consigna cuando se trata de derechos humanos: falta de libertad, opresión y marginación. Por eso, las mujeres gritan ahora con una fuerza inusual. Situaciones tan intolerantes como la violencia doméstica (mejor llamarla de género), el acoso sexual, la prostitución o el tráfico de mujeres han incrementado el sentimiento de malestar. No sólo entre las mujeres sino en toda la sociedad.